El día que Cali se llenó de vida: menos humo, MAS esperanza

Ayer, las calles de Cali fueron testigos de un experimento social y ambiental sin precedentes. El 'Día sin carro' no solo despejó vías, sino que reveló una verdad incómoda: nuestra adicción al motor está ahogando la ciudad.

Marco Suárez | Columnista Invitado

5/5/20253 min read

Ayer, las calles de Cali fueron testigos de un experimento social y ambiental sin precedentes. El 'Día sin carro' no solo despejó vías, sino que reveló una verdad incómoda: nuestra adicción al motor está ahogando la ciudad. Con más de 1.2 millones de vehículos restringidos, la capital vallecaucana redujo en un solo día el 40% de sus emisiones de CO₂, mientras el ruido urbano caía 4.3 decibeles en puntos críticos como la Plaza de Caicedo. Estos números no son abstractos: son el pulso de una ciudad que, por 8 horas, recuperó su ritmo vital.

EL SILENCIO COMO DERECHO URBANO

La primera gran victoria fue auditiva. El zumbido incesante de los motores, que en horas pico suele superar los 85 decibeles, dio paso a un paisaje sonoro en el que volvieron a escucharse el canto de las aves y las conversaciones entre vecinos. De acuerdo con mediciones realizadas por el Dagma y la CVC, sectores como San Fernando registraron niveles de ruido de 68 dB, muy cerca del límite considerado saludable, que es de 65 dB. Este respiro acústico no es un asunto menor: la Organización Mundial de la Salud estima que, en América Latina, el ruido del tráfico le resta hasta 1,1 millones de años de vida saludable a la población cada año debido a trastornos del sueño y estrés. El domingo pasado, Cali demostró que el silencio no debe ser un lujo ocasional, sino un derecho urbanístico al que todos podemos aspirar.

AIRE QUE CURA, AIRE QUE MATA

Mientras 12,000 corredores surcaban la Maratón de Cali, los sensores del SVCASC registraban una caída del 35% en PM2.5 respecto a un domingo normal. En la Base Aérea, las partículas finas bajaron de 55 a 32 μg/m³, rozando el estándar ideal de la OMS (25 μg/m³). Estos datos tienen nombre propio: cada año, 1,200 caleños son hospitalizados por enfermedades respiratorias vinculadas a la polución. El aire limpio del domingo evitó que 18 toneladas de contaminantes ingresaran a pulmones humanos, un recordatorio de que la movilidad sostenible es también política sanitaria.

LA IRONÍA DEL CAUCA: ESPEJO DE DESCUIDOS HISTÓRICOS

Pero toda moneda tiene su reverso. Mientras el centro disfrutaba de aire puro, el Río Cauca –que abastece al 70% de la ciudad– seguía recibiendo 1.5 toneladas diarias de residuos industriales. Los monitores en Juanchito muestran oxígeno disuelto en 0.8 mg/L, muy por debajo del mínimo vital (4 mg/L). Esta paradoja evidencia que la sostenibilidad urbana no se reduce a prohibir carros: exige un pacto por las cuencas. Los 54 km del Cauca que atraviesan Cali son heridas abiertas por vertimientos ilegales y minería ilegal, problemas que un día sin vehículos no resuelve.

MOVILIDAD ACTIVA: ¿REVOLUCIÓN O ESPEJISMO?

La Maratón de Cali fue una de las protagonistas indiscutibles del 'Día sin carro', congregando a más de 10.000 participantes en sus tres categorías: 42k, 15k y 4,2k. con atletas de élite y recreativos, además de 20 atletas olímpicos y ganadores de maratones internacionales, lo que convirtió el evento en una verdadera fiesta deportiva y ciudadana. Este despliegue de movilidad activa evidenció el potencial de Cali para fomentar estilos de vida saludables y sostenibles, y demostró que la ciudad puede transformarse cuando el espacio público se prioriza para las personas y no para los vehículos. Sin embargo, el reto va mucho más allá de una jornada exitosa: Cali cuenta con 105 kilómetros de ciclorrutas, pero el 60% de estos trayectos están fragmentados o carecen de señalización adecuada, lo que limita la adopción diaria de alternativas como la bicicleta o el caminar. La experiencia del domingo deja claro que, si se invierte en infraestructura segura y continua, los caleños están dispuestos a cambiar sus hábitos de movilidad. El desafío ahora es convertir estos logros puntuales en una política urbana permanente, capaz de generar ahorros en salud pública y mejorar la calidad de vida de todos los ciudadanos.

YA NO ES UN EXPERIMENTO

El 'Día sin carro' fue un espejo que reflejó dos realidades: la urgencia de cambiar y la resistencia sistémica. Mientras escribo esto, 450,000 motos vuelven a rugir, pero algo cambió: 68% de encuestados en Plataforma Urbana apoyan extender la medida a un día mensual. La solución no es prohibir, sino reinventar: electrificar el MIO, triplicar los andenes peatonales, crear peajes urbanos. Como dijo un vendedor ambulante en San Antonio: "Hoy vi a mi ciudad sonreír sin el humo de siempre". Esa sonrisa debe ser el motor de una Cali que respira mucho MAS bienestar.

Marco Antonio Suárez
Columnista Invitado
Director CVC